En plena tercera
edad digital...
Diferentes medios digitales difunden una misma investigación. |
Como todo se toma su
tiempo, el acucioso trabajo de decenas o cientos de periodistas (profesionales)
sumado a la coyuntura política mundial y la masificación de las redes sociales
entre otros factores, permitió que casi dos años después de dicho golpe, se
diera a conocer la tremenda fuga de información que, una agencia de comunicación
estratégica del Reino Unido, había usurpado con los códigos de acceso de estos
desprevenidos usuarios de la red social por excelencia: Facebook.
Desde entonces, las
acusaciones no han parado, tampoco los estudios exploratorios y de carácter apolítico
que se han tratado de hacer para explicar cómo, los expertos se dejaron robar
tamaña maraña de datos sin notarlo y sin prever las tremendas consecuencias que
esto podría generar a nivel virtual, real, nacional y mundial.
Esta crisis de confianza
y reputación por la que el magnate Mark Zuckerberg tuvo que dar cara y
reconocer ante autoridades del Reino Unido, Francia, Estados Unidos y la
opinión pública mundial, las debilidades de sus sistemas de algoritmos, originó
el nacimiento de un fenómeno denominado ‘fake news’.
Las fake news o en el
idioma castellano las ‘paparruchas’, no son más que noticias falsas que
circulan en internet a través de redes sociales de todo tipo: Facebook,
twitter, whatsapp, y páginas web de dudosa procedencia. Estas han tratado de
confundir, desconcertar y manipular a cientos y miles de personas en el mundo,
con diversos propósitos, aunque el principal siempre ha sido el político.
Los adultos mayores y las paparruchas
Al cabo de un tiempo
vertiginoso, y como colofón de la historia, salta la novedad de un estudio
realizado por expertos de las Universidades de Princeton y Nueva York que
precisan que son los adultos mayores de 65 años quienes se han convertido en
los grandes difusores de las ‘fake news’. Esto debido a su falta de habilidad,
destreza o ‘ingenuidad’ para consumir información falsa como cierta y originar
la desinformación por doquier. Dado que la investigación no es concluyente, presenta dos hipótesis a saber: o los adultos mayores
de 65 años no saben usar la tecnología tan bien como los jóvenes milenials o,
el deterioro cognitivo propio de la ‘edad’ se deja notar en su predisposición a
ser ‘engañados’ con las noticias falsas.
Si el mundo sigue siendo
el mismo después de Mark Zuckerberg y su red social, es porque los seres
humanos tenemos la capacidad natural de aprender y adaptarnos constantemente a
nuevos panoramas, ¿será fácil vivir en la Siberia para un caribeño?,
probablemente no, pero si se lo propone, es muy seguro que sí y a mucha honra.
Entonces, ¿por qué mirar a los adultos mayores de la tercera edad como los inexpertos
responsables de la diseminación de la desinformación a gran escala?
La desinformación es un
fenómeno que ha existido desde siempre, la segunda guerra mundial la usó y le
fue muy efectiva. Mucho mejor sería visibilizar las pocas políticas de
alfabetización digital que existen en los países en Latinoamérica y el resto
del mundo, que dejan vulnerable a este grupo etareo. Así como evidenciar que
las malas prácticas del individuo social, han mutado del orden real al orden virtual,
se ha readaptado a la nueva tecnología pero sin visos de mejora.
Miremos el caso de la
generación ‘baby boomer’ (los actuales sesentañeros, nacidos después de la
segunda guerra mundial hasta mediados de los años 60’s), es la generación que
ha hecho la gran revolución tecnológica, solo por nombrar algunos nombres como Bill
Gates (1955) fundador de Microsoft, Steve Jobs (1955) fundador de Apple,
Richard Branson (1950) magnate de negocios o Jeff Bezos (1964) fundador de
Amazon.
Con tal evidencia resulta poco creíble pensar que
los adultos mayores por serlo, son inexpertos, la realidad es que aún existe
una mirada discriminadora en todo esto.
Finalmente, si se va a
seguir encontrando en la #TerceraEdad la excusa para justificar el mal manejo
de las crisis de reputación de tantas marcas, líderes públicos, políticos,
deportistas o influencers que se ven afectados por el exceso de auto
exposición, se deja un mal precedente para todos. El desarrollo tecnológico que se espera para
mejorar la calidad de vida del adulto mayor debe ser para incluirlo como parte
activa de la sociedad de hoy y mañana, sin discriminaciones.
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