¡BAILEMOS EN LA TERCERA EDAD!, EL CEREBRO NOS LO AGRADECERÁ



Tuve la oportunidad de asistir a un festival que organizó la guardería a la que asiste mi nieto de tres años, para celebrar a las mamás; los pequeños de 2 a 5 años, con ingeniosos disfraces, presentaron coreografías con música de películas conocidas; y ahí estaban todos, unos más activos que otros, -mi nieto bailó sin cesar*- pero todos disfrutaron del baile al son de la música, y todos, mamás y abuelos de la tercera edad, disfrutamos de lo lindo.
El baile y la armonía, la combinación ideal

Y estando ahí reflexioné cómo, desde el principio de los tiempos, todos los seres humanos han bailado y el baile es parte importante de todas las culturas, bailan los africanos, bailan los noruegos, bailan los chinos, los australianos, todos, y el baile lleva alegría y crea lazos de amistad y convivencia indisolubles.

Sin embargo, salvo en algunas culturas como 'la tarasca', en la que hay un “baile de viejitos”, muchos adultos mayores olvidan poco a poco sus cualidades dancísticas y ya no bailan, como lo hicieron en su juventud, cuando se pasaban horas bailando solos o en pareja al ritmo de los pequeños discos de celuloide o acudían a los “Tés danzantes” que se organizaban en diversos puntos de la ciudad.

Ya hemos hablado,  de las ventajas de la actividad física cotidiana en la tercera edad, de los cambios favorables que ocurren cuando el movimiento es parte de la rutina diaria en la tercera edad, sea en forma de caminata, trote, bicicleta y demás, pero ahora quiero compartir un hallazgo de unos investigadores de la Universidad de Illinois, en la ciudad de Urbana, encabezados por Agniezka Burzynska que invitaron a casi doscientas personas de la tercera edad de entre sesenta, setenta o más años, razonablemente sanas, a participar en un proyecto para conocer la relación entre el cerebro y el baile en la tercera edad.

La mayor parte de ellos eran sedentarios, algunos hacían caminata ocasional; un grupo fue invitado a hacer caminata rápida tres veces a la semana, otro empezó un régimen de estiramientos y equilibrio también tres veces a la semana, y el último grupo se le asignó aprender a bailar, bailaron y practicaron coreografía tres veces a la semana.

Los estudios iniciales mostraban, como era de esperar, cierto adelgazamiento de la llamada materia blanca del cerebro; y después de seis meses que duró el estudio, en todos se encontró una mejoría de la materia blanca, en especial en los que tenían que bailar y hacer coreografía; y es que, al parecer, las demandas cognitivas del baile afectan positivamente la bioquímica del cerebro en el fórnix, que es la parte involucrada en la velocidad de procesamiento y memoria, y eso provocó incremento en el grosor y cantidad de materia blanca.

El estudio concluye que cualquier actividad que involucre moverse y socializar, como el baile en grupo, con o sin coreografía, puede despertar las habilidades mentales en los cerebros de las personas de la tercera edad; es una realidad que en este estudio, las personas que aprendieron a bailar tuvieron menor degeneración cerebral y son más alegres.

¿No se te antoja encender el tocadiscos, o la tableta o el teléfono celular que ahora tienen música, y ponerte a bailar como lo hacíamos hace 50 años?,  muchos de nosotros que amamos el baile deploramos que no haya lugares para bailar “en pareja” o “de cachetito”, porque ahora predominan los sitios con bailes que son danzas frenéticas en las que cada cual va por su lado; pero sabiendo que nuestro cerebro se mejora con el baile, ¡a bailar se ha dicho!, ¿Qué opinas?

Agradecemos al Dr. Rafael Álvarez Cordero, médico y articulista del diario EXCÉLSIOR de México, por su colaboración para ® Tercera Edad Digital


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